¿murió El Rey Sebastián En La Batalla De Los Tres Reyes?

El 11 de junio de 1557 falleció el antiguo rey de Portugal, Juan III de Aviz. De todos sus hijos, solo Sebastián, de 3 años, sobrevivió. Sobre él descansan ahora las esperanzas de un país cada vez más amenazado por la expansión castellana.
Una reconquista en nombre de Dios
Sebastián es el último representante de un ilustre linaje golpeado por muertes prematuras posiblemente debido a matrimonios consanguíneos. Mientras su tía Catalina de Austria aseguraba la regencia del reino de Portugal hasta su mayoría (13 años), su tío, el cardenal Enrique, confió su educación a los jesuitas. Cuando, en 1568, el joven llegó al poder, se hizo evidente el peso de esta formación religiosa. Sebastian, de temperamento melancólico, rápidamente preocupa a quienes lo rodean.
Atormentado por extrañas visiones místicas y religiosas, el nuevo rey rechaza el matrimonio, esencial para perpetuar una dinastía de la que es el último descendiente. Como "enviado de Dios y monje-soldado", pretende volver a conectar con la tradición portuguesa de luchar contra Marruecos, en el espíritu de las Cruzadas.
El deseo de Sebastián de atacar el Islam está en consonancia con el espíritu de la época: una fuerte corriente mesiánica se ha impuesto desde el cambio de siglo, ha llegado el momento de la persecución del judaísmo y las aspiraciones de conquista universal. Los textos proféticos están circulando por todas partes. Entre las más extraordinarias, las estrofas del zapatero Bandarra profetizan la venida de un soberano, creador del imperio de Dios en la tierra.
Un cometa para una masacre
El 10 de noviembre de 1577, un cometa cruzó el cielo de Lisboa en dirección sur, hacia Marruecos. Considerando esta aparición como un signo celestial, el rey Sebastián decide emprender la conquista: quiere subyugar a los moros y convertirlos al cristianismo. La batalla decisiva tuvo lugar el 4 de agosto de 1578 ...
Los portugueses son aplastados en la llanura de Alcácer Quibir. Los mejores de la nobleza portuguesa perdieron la vida durante esta terrible batalla (Batalla de los Tres Reyes), o fueron reducidos a la esclavitud. El propio rey desaparece durante la carnicería.
La noticia de la catástrofe pone al país en consternación: Portugal ha perdido a su rey, su ejército y la élite de su aristocracia. El viejo cardenal Henry, tío de Sebastián, reinó durante dos años pero, por supuesto, no pudo asegurar su sucesión. A su muerte en 1580, Felipe II de España capturó Portugal.
¿Un rey enmascarado y enclaustrado?
Sin embargo, se alzan voces que cuestionan la muerte del joven rey. El cadáver identificado después de la batalla como el de Sebastián presenta un rostro hinchado, desgarrado y ya desgastado por la descomposición. Pronto se difundió un rumor: la noche de la derrota, cuatro caballeros se habrían presentado a las puertas de la fortaleza portuguesa de Asilah. Uno de ellos estaba cuidadosamente encapuchado y podría ser el rey desaparecido.
En apoyo de esta tesis, se dice que, durante el invierno de 1578, el doctor Mendès Pacheco, médico de Sebastián, llamado a una ermita lejana, habría atendido a un joven enmascarado, que vivía apartado del mundo. ¿Fue el rey Sebastián, exiliado voluntario para expiar la locura que lo impulsó a sacrificar el futuro de su reino? Son muchos los que quieren creer en su regreso.
Los sebastianistas en busca de un rey
Los sebastianistas: este es el nombre de quienes interpretan los hechos y las profecías como el anuncio del regreso del joven rey. Sin embargo, muy rápidamente, aparecen falsos Sebastianos. El fenómeno se extiende sobre todo en el campo, donde los jóvenes que se hacen pasar por él organizan auténticas cortes principescas a su alrededor. Pero el fenómeno no se limita a la aparición de unos pocos Sebastianos "campesinos". Ciertas imposturas, como la de 1598, siguen siendo famosas.
El pretendiente de Venecia
Su teatro es Venecia. En junio de 1598, un joven afirmó ser el rey desaparecido, regresando de un largo viaje de penitencia. Los círculos sebastianistas se encienden por su causa y logran sacarlo de las cárceles venecianas en las que el embajador de España lo tenía encerrado. Sujeto a preguntas, responde con sagacidad. Los portugueses en el exilio, cada vez más, creen que han encontrado a su rey. Pero, mientras el pretendiente atraviesa la Toscana, las autoridades de Florencia lo entregan a los españoles. Lo llevan a Nápoles, donde el virrey, el conde de Lemnos, lo interroga nuevamente.
Condenado a las galeras, logró obtener marcas de deferencia dignas de un soberano. Pero también impresiona a grandes figuras españolas, como el duque de Medina Sidonia. El rey Felipe III finalmente decide someterlo a la pregunta, es decir a la tortura. Éste le hace confesar que es un impostor: luego se le corta la muñeca derecha, luego se lo cuelga. La aventura sirve de lección para los posibles pretendientes y nadie se arriesga.
