El Misterioso Culto De La Valle de las Maravillas

Animales, armas, figuras geométricas y perturbadoras han sido talladas por miles en las paredes de un santuario natural que está lejos de haber desvelado todos los secretos del culto que allí se rindió.
Fue en 1650 cuando el historiador Niçois Gioffredo mencionó por primera vez la existencia de un conjunto de signos enigmáticos tallados en rocas en el Valle de las Maravillas. Pero no fue hasta la década de 1890 que el botánico inglés Clarence Bicknell emprendió un primer estudio en profundidad, quien desenterró más de 11.000 grabados y estableció el sitio como uno de los más importantes jamás descubiertos. Desde 1967, y hasta 1998, el prehistórico Henry de Lumley dirigió el inventario sistemático, hasta alcanzar la increíble cantidad de 100.000 grabados y figuras, fechados a finales de la Edad del Bronce (Neolítico tardío, entre 1800 y 1500 a. C.).
Situado a 80 km al norte de Niza en el Parque Nacional de Mercantour, se extiende sobre 30 kilómetros cuadrados alrededor del Mont Bégo y culmina a una altitud de 2.300 m, el Valle de las Merveilles siempre ha impresionado a la gente. Así lo demuestra la toponimia de los lugares: Mont Bégo ("el que domina"), el Valle de Valmasque (masca significa "bruja"), la cime du Diable ... De hecho, constituye una grandiosa y a veces inquietante paisaje, hecho de cantos rodados erráticos, morrenas, lagos y bosques de alerces. Dos valles principales contienen grabados rupestres: el Valle de las Maravillas y el valle de Fontanalba. Y, aunque el trabajo de los historiadores ha dado un importante paso adelante en la interpretación del sitio, quedan muchos misterios sobre su origen.
Un inventario complejo
Realizados mediante piquetes en paredes de pizarra, arenisca y granito pulidos por glaciares, los grabados aparecen en un verde grisáceo bastante claro sobre la pátina rosada de la roca, y se dividen en cuatro grupos distintos. Las figuras con cuernos, de diferentes tamaños, constituyen la gran mayoría de las figuras grabadas (80% del total). Dominan el toro o dios Bego, símbolo de la fertilidad en la cuenca mediterránea, amo del temporal, y el buey, en ocasiones enjaezado y asociado al trabajo de la tierra. Las armas (dagas, espadas, alabardas) y herramientas (guadañas, hoces) también se encuentran en grandes cantidades. Las figuras antropomórficas se dividen en dos grupos: figuras pequeñas, que aparecen aisladas o en equipo, y figuras grandes, más raras, más complejas y a menudo únicas. Finalmente, las figuras geométricas son sin duda las más enigmáticas. Círculos concéntricos, puntos, rectángulos… ¿indican campos, casas? ¿Es este un intento de hacer un catastro?
¿La manifestación de un universo sagrado?
En ausencia de escritura, los agricultores y cazadores que poblaron el área durante la Edad del Bronce pueden haber grabado sus mitos y creencias usando ideogramas. Esta es la primera interpretación que parece ser necesaria, el mensaje inscrito en la piedra sería el de un rito de iniciación, y designaría la Valle de las Maravillas como un santuario al aire libre, donde se realizaban romerías para implorar a las dos divinidades principales que eran el dios de la Tormenta, el toro y la diosa de la tierra, por lo que llegaron a fertilizar las culturas. El recorrido de los sacerdotes e iniciados los condujo a los picos más altos, reservados para las rocas más grandes y las figuras más grandes, las que los historiadores han apodado "jefe de la tribu", "Cristo", "hechicero", "bailarín"; mientras que el los laicos se quedaron en el valle.
Sin embargo, está surgiendo otra interpretación que involucra a las constelaciones tal como aparecieron en la Edad del Bronce. Los brazos en forma de cruz del "jefe de la tribu" apuntarían al eje norte-sur. La roca del Altar, la roca del Jefe de la tribu y la roca del Rouelle se disponen a lo largo del mismo eje norte-sur. El Jefe de la tribu apuntaría así al sol en el solsticio de verano, el equinoccio de otoño y el día exacto entre estas dos fechas. Por otro lado, los círculos concéntricos, ubicados sobre el punto correspondiente al solsticio de verano, podrían representar la constelación de Capricornio que, en ese momento, alcanzó su punto máximo durante la noche en esta época del año. El Valle de las Maravillas se convertiría entonces en un vasto observatorio astrológico natural.
Las dos interpretaciones no están en contradicción. Quizás en este lugar, imbuido de magia y misterio, los hombres han dado vida a una cosmogonía compleja donde los ritos de culto a las deidades se mezclaban con la observación de las estrellas.
